martes, 30 de junio de 2009

El miedo también votó



Mi carta de ciudadanía argentina me habilita a votar, así que aunque un poco descreída y desganada ayer domingo me dispuse a cumplir con mi deber de ciudadana. Me había prometido a mí misma abstenerme de cualquier elección, harta de que los políticos hagan con mi voto lo que se les dé la gana y no lo que prometieron, pero privó más en mi la convicción de que a la democracia hay que cuidarla entre todos, y allá fui, a votar como siempre, aunque esta vez con mi cara semitapada con un blanco barbijo (tapabocas).
En los días previos a la elección la ex (desde hace apenas unas horas) ministra de Salud, licenciada Ocaña, nos dijo que en el recinto de votación nos esperaba acechante el temible virus de la gripe A, que campea a sus anchas por todo el territorio argentino, matando gente joven y sana, como sucedió en estos últimos días, sin que los organismos sanitarios puedan o sepan cómo controlarla.
El caso es que ayer mi barbijo y yo tuvimos el privilegio de ser el centro de las miradas de cuantos estaban en el establecimiento que me tocó votar. Cuando llegué al segundo piso donde estaba la mesa que me correspondía, en un espacio de aproximadamente 4x4 metros había —entre autoridades electorales y votantes— unas veinte personas y otras tantas en un pasillo adyacente. La única que allí estaba con barbijo —además de mí— era una fiscal, que se dedicaba a comer galletitas con verdadero ahínco mientras su tapaboca le colgaba del cuello.
Puede que me esté volviendo paranoica o que quienes allí estaban no tenían otra cosa que hacer, pero podía sentir las miradas clavadas en mí mientras me ponía a la fila dispuesta a esperar mi turno. Quizá estuvieran pensando que estaba enferma o era una ridícula exagerada, pero a mí me tenía sin cuidado. No habían pasado ni cinco minutos cuando detrás de mí, con tres personas de por medio, una mujer de mediana edad comenzó a toser y a estornudar. Una vez, dos veces, tres veces… Es alérgica —pensé yo—, a cualquiera de los olores “concentrados” en tan reducido espacio, o solo está resfriada, o ya tiene “la” gripe. ¡¿Qué hace aquí?!
Mis pensamientos no deberían ser muy diferentes de los que pasaban por la cabeza de todas las mujeres que allí estábamos, pues la fiscal se olvidó de las galletitas y se puso de inmediato el barbijo. La mujer seguía estornudando y tosiendo, aparentemente ajena a las miradas de reproche, a quienes se subían los cuellos de las chaquetas hasta los ojos, o a las que comenzaron a carraspear somatizando la presunta catarata de virus que ella, impertérrita, seguía soltando al aire que todas compartíamos.
En fin, que en menos de dos minutos la mujer quedó en una pequeña isla (lo que permitía el reducido espacio) con su pañuelo demasiado usado en una mano y el documento en la otra, y sus toses y estornudos amenazando a todos. Yo me sentía “casi a salvo” perpetrada detrás de mi barbijo, aunque se me dio por pensar si sería lo suficientemente bueno ante tal acometida.
El ambiente se hizo tan incómodo e irrespirable —en el peor sentido de la palabra—, que una de las autoridades de la mesa “invitó” a la ciudadana a votar sin esperar en la fila “si es que todas las que allí estábamos non teníamos inconveniente”. “¡Que vote ahora y se marche ya!”, casi gritamos al unísono. La mujer, que cumplía con su deber de votar e incumplía con su deber de respetar a los demás, votó y se fue muy tranquila. Los comentarios iban y venían dirigidos a la irresponsable mujer, aunque sin hacer una autocrítica en cuanto a nuestro propio comportamiento, respecto de cuidarnos y cuidar a los demás en lo que esté a nuestro alcance, como es ponernos un barbijo en los lugares cerrados donde hay varias personas. Nos esperan días difíciles en la Argentina. No es cuestión de entrar en pánico sino de ser conscientes de lo que nos toca vivir.

2 comentarios:

Cuspedepita dijo...

Acábome de enterar que vos adiantaron as vacacións de inverno, pero non sei que efectividade terá esa medida se non se pode contar coa responsabilidade da xente. Ata é posible que só sirva para que a gripe viaxe a lugares onde aínda non chegara.
Aquí fixéronse cousas raras ao respecto tamén, como poñer en cuarentena aos soldados dun cuartel no que apareceu un brote, pero, ao mesmo tempo, negarse a suspender as clases nun colexio e nun instituto no que pasou o mesmo. Quizá os soldados acuartelados tiñan maior poder de propagación ca os nenos...non che sei...
Por certo, que me sorprendeu un pouco o resultado das eleccións.
Unha aperta

Carmen Graña Barreiro dijo...

Pois tes razón Cuspedepita, as medidas sanitarias que se tomaron por aquí respecto da gripe A son como para que a xente sinta que están (as autoridades) a facer algo do que non fixeron ata agora, porque estaban as eleccións por diante e había que aparentar que todo estaba máis que ben. De todas maneiras de nada lles serviu, pois perderon. Ya temos hoxe mércores pola mañá, 43 mortes por este virus, e millerios de infectados, e como neste país nos minten todo o tempo, cremos (e os sanitaristas independentes dano por certo) que nos dous casos son moitos máis.
En canto ao resultado das eleccións, a sorpresa foi moi grande para todos: para os que pensaban gañar a costa do que fora, e para os que pensabamos que os tiñamos que aturar quen sabe ata cando.
Déixovos un aperta moi grande

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