viernes, 24 de octubre de 2014

Mis pies



Mis pies son los cimientos de mi alma andariega.
Ellos me llevan, me traen, me sostienen, me recuerdan que hay mucho por andar.
Mis pies han vagabundeado por mil caminos. Han trepado a los árboles, han saltado de piedra en piedra, han huido del miedo y también han corrido al encuentro de los abrazos.
Mis pies tienen música en cada dedo. Han bailado mucho, llevando el ritmo con otros pies, pero también danzaron solos, libres, soñando con huellas inexploradas.
Mis pies se han puesto de puntillas para recibir el primero beso, y también para no molestar el sueño de mis hijos y el de mis nietos.
Mis pies me han ayudado a patearles el trasero a las frustraciones y a los inevitables reveses de la vida.
Mis pies han dejado huellas imborrables, incluso en otros pies…
Amo mis pies. Ellos mantienen mi equilibrio cuando las emociones me desequilibran. Acompañan mis triunfos y me impulsan en los fracasos: “no te detengas, sigamos caminando… Un paso, dos, tres… Sigue, que la vida es movimiento”, dicen mis pies aun cuando se sientan cansados y hasta doloridos. Mis pies no se rinden. Y yo tampoco…
Algún día mis pies me llevarán nuevamente al Camino de Santiago.

viernes, 10 de octubre de 2014

Violencia de género


 
Hay mujeres (hoy solo me voy a referir a “ellas”) que van por la vida con el alma mutilada. Y desgraciadamente la mayoría de las veces eso parece no tener remedio.
El caso que ocupa mi pensamiento por estos días tiene como protagonista a una mujer de una inteligencia excepcional, exitosa en su profesión, brillante para quienes solo ven su espléndida fachada.
Sin embargo, es una mujer con el alma mutilada y el espíritu machacado, a merced de un individuo, una rata de albañal que se aprovecha de su infortunio para dominarla a su antojo.
¿Quién mutiló el alma de esta mujer, como la de tantas otras? ¿Su marido? No en este caso. Él solo “se aprovecha” de la debilidad instalada, de la víctima que ya no puede reaccionar, de esta mujer que alguna vez fue una niña maltratada, y ahí comenzó todo.
¿Cómo se sale de esta nefasta cadena? Hablando, denunciando al cabrón que te está maltratando, querida mujer.
Toma coraje y busca ayuda, hazlo con cuidado, midiendo cada paso que vas a dar, pero hazlo ¡ya! Infórmate de tus derechos, libérate… Nadie, y menos en nombre del amor que dicen tenerte, repito, nadie tiene más derecho sobre ti que tú misma.
¡No encubras a tu maltratador! Reflexiona, analízate, quiérete, ¡valórate! Eres un ser único y viniste a la vida a ser feliz, no lo olvides. Es tu derecho.
Que el miedo no te impida reaccionar ante cualquier tipo de violencia que quieran ejercer sobre ti… por favor.

Gotas de lluvia

Incontables gotas de lluvia deciden morir en mi ventana. Se estrellan con furia para luego resbalar en un largo dejarse ir.   Cal...