De mis siembras y cosechas quiero dejar testimonio por estas páginas. A ver qué sale....
sábado, 5 de septiembre de 2009
Aquella noche de San Juan
La noche se va estrenando sin prisa sobre la inmensidad del mar, personaje fantástico, gran dios pagano. Su genio extraño puede conmigo, me embebe, me devora entera, me atrapa con un agradable escalofrío.
Las noches en la playa son como un examen de conciencia, excepto que algo nos pese en el corazón. ¿Cuánto pesa un corazón lleno de tristeza?
A lo lejos una inmensa hoguera se levanta hacia el firmamento henchido de estrellas. Alrededor brincan oscuras figuras como fantasmas enloquecidos. Es noche de San Juan, noche de meigas, noche de fiesta. Para mí no. Prefiero la soledad del mar, reflejo de mi propia soledad sin ilusión. La soledad sin esperanza anuda el alma hasta ahogarla.
—Es una hermosa noche de luna.
La voz sorprendió mi voluntario destierro como un latigazo de brutal realidad. Casi no tuve que darme vuelta para verla junto a mí. ¿De dónde había salido aquella mujer de cabello alborotado por la brisa marina? Tenía un vestido oscuro que le llegaba hasta los pies, desnudos, blancos y delicados, donde se detuvo mi mirada. Entonces ella se sentó en la arena, que aún guardaba el calor del sol que yo viera adormeciéndose lentamente tras el horizonte salado, en una ceremonia larga y ardiente como una pena de amor.
—No está mal —le respondí molesta.
—Parece que no te gustan las hogueras de San Juan, si no estarías allá, con toda esa gente.
—¿Quién es usted?
—Una que pasaba por aquí. Cuando yo era joven nunca dejaba de saltar las hogueras porque dicen que el fuego de San Juan purifica los espíritus y también tiene propiedades casamenteras.
—Se dicen tantas tonterías.
¿Es que aquella entrometida no pensaba marcharse?
—A mí me dio resultado pues al fin me casé, aunque después... Bueno, tampoco se le puede pedir todo al santo, que él no es responsable de los desatinos de los mortales.
—Pues yo no me casé, aunque salté muchas hogueras de San Juan, y creo que no lo haré nunca. Se ve que no es para todos.
—Quizás saltaste la hoguera equivocada.
—Puede ser, pero si no le incomoda esta noche vine hasta aquí para estar sola, no sé si me entiende.
—Desde luego que te entiendo, pero en la noche de San Juan es mejor tener compañía aunque sea de una desconocida, pues quedar a solas en las manos de los pensamientos puede ser peligroso, te lo digo yo.
¿Por qué no me marcho y dejo a la extraña mujer con sus maquinaciones? No lo sé. Será porque tengo el ánimo mutilado por el desamor.
—Resulta que hace unos años, en una noche como ésta, en este mismo rincón de la playa, una mujer decidió casarse con el mar, ya que no lo podía hacer con el hombre que amaba, y se fue metiendo en sus oscuras aguas hasta que el alma dejó de dolerle.
Un estremecimiento recorre mi geografía humana, cansada de no encontrar la rosa de los vientos.
En la lejanía la hoguera de San Juan se eleva majestuosa queriendo alcanzar la luna que ya está llegando al centro del cielo. Aquella desconocida continúa sentada a mi lado mirando las aguas marinas preñadas de olas que se arman, se desarman y se vuelven a armar como cuerpos ondulantes envueltos en un disparate de espejismo.
Mar, querido mar sin tiempo, no naufragaré en tus aguas esta noche. Quizás, solo quizás, logre reparar mi barca al amanecer.
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5 comentarios:
Peligrosas las noches de San Juan, y el desamor agrava cualquier noche, sea o no del santo.
Hermoso relato preñado de imágenes tan meigas como esa desconocida que volvió del mar...
Bicos.
Qué hermoso relato... de imágenes que nos muestras el mar y todo el paisaje que representa.
Besos
Pasé por aquí mientras deambulaba por el blogomundo y me han gustado tus letras, o quizás tus atmósferas. O las dos ;)
Un saludo
Un relato muy doloroso y poético. No hay poesía que no duela. ¿Cuánto pesa un corazón triste? se pregunta la protagonista. Lo suficiente como para hundir un cuerpo entero en el mar. Un abrazo muy fuerte.
A que será debido que a fermosura da semántica vai moitas veces ligada ós desamores?. Seica temos que sufrir para amosar como sangra a nosa sensibilidade?
Bichos raros que somos os humanos!!
Lembráchesme a canción de Mago de Öz
Bicos por riba do lume
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