Hoy me siento triste, decepcionada, angustiada. Quisiera tomar el primer vuelo intergaláctico y huir de este podrido mundo, vacío de cordura.
Si después de esta introducción los seres sensibles no quieren seguir leyendo, los entenderé, de verdad.
El viernes pasado fui a la Feria del Libro de Buenos Aires, convencida de pasar unas horas agradables recorriendo los stands y hojeando libros. A las 18 horas me dirigí al stand de la Xunta de Galicia para asistir a la firma de ejemplares del escritor gallego Xosé Carlos Caneiro. De sus libros elegí la novela “Ámote” (Te amo), que me dedicó con esa forma tan especial que tiene de escribir, y que tanto me gusta.
Luego seguí recorriendo la feria y escandalizándome de los precios abusivos de los libros, pero mucho más me escandalicé cuando desde una de las salas salió una turba de gente gritando y a los empujones, que me dejó paralizada, lo mismo que a los incautos que habíamos pagado nuestra entrada para asistir a un evento cultural… y solo cultural.
Se trataba de lo que pretendió ser una presentación más en la Feria del Libro y se convirtió una batalla de agresiones, insultos e interrupciones, que impidieron a la médica cubana Hilda Molina presentar su obra. Aquí también, pensé como si ese lugar fuera el templo del pensamiento plural y elevado, donde los intolerantes, ofensivos y ridículos no tuvieran cabida. Qué ingenua soy, viviendo como vivo en un país y en un mundo atravesado por la violencia.
Llegué a mi casa decepcionada y triste, pero todavía me faltaba escuchar que ayer domingo se produjeron graves incidentes en la Feria cuando se presentaba Indek: historia íntima de una estafa, del periodista Gustavo Noriega. Un grupo de inadaptados, que se identificó como defensor del gobierno nacional, interrumpió el acto y todo terminó con trompadas, sillas volando, gente en el piso, dos detenidos y un integrante de la Seguridad de la Feria herido.
Los libros pueden ser motivo de debate, pero hay gente que lo confunde con combate, que suena parecido pero es bien distinto: se debate con la palabra y se combate a las trompadas y a los sillazos, en el mejor de los casos.
Para poner un poco de amor en esta nota les dejo la tapa del libro de Caneiro, que me inspira.
Si después de esta introducción los seres sensibles no quieren seguir leyendo, los entenderé, de verdad.
El viernes pasado fui a la Feria del Libro de Buenos Aires, convencida de pasar unas horas agradables recorriendo los stands y hojeando libros. A las 18 horas me dirigí al stand de la Xunta de Galicia para asistir a la firma de ejemplares del escritor gallego Xosé Carlos Caneiro. De sus libros elegí la novela “Ámote” (Te amo), que me dedicó con esa forma tan especial que tiene de escribir, y que tanto me gusta.
Luego seguí recorriendo la feria y escandalizándome de los precios abusivos de los libros, pero mucho más me escandalicé cuando desde una de las salas salió una turba de gente gritando y a los empujones, que me dejó paralizada, lo mismo que a los incautos que habíamos pagado nuestra entrada para asistir a un evento cultural… y solo cultural.
Se trataba de lo que pretendió ser una presentación más en la Feria del Libro y se convirtió una batalla de agresiones, insultos e interrupciones, que impidieron a la médica cubana Hilda Molina presentar su obra. Aquí también, pensé como si ese lugar fuera el templo del pensamiento plural y elevado, donde los intolerantes, ofensivos y ridículos no tuvieran cabida. Qué ingenua soy, viviendo como vivo en un país y en un mundo atravesado por la violencia.
Llegué a mi casa decepcionada y triste, pero todavía me faltaba escuchar que ayer domingo se produjeron graves incidentes en la Feria cuando se presentaba Indek: historia íntima de una estafa, del periodista Gustavo Noriega. Un grupo de inadaptados, que se identificó como defensor del gobierno nacional, interrumpió el acto y todo terminó con trompadas, sillas volando, gente en el piso, dos detenidos y un integrante de la Seguridad de la Feria herido.
Los libros pueden ser motivo de debate, pero hay gente que lo confunde con combate, que suena parecido pero es bien distinto: se debate con la palabra y se combate a las trompadas y a los sillazos, en el mejor de los casos.
Para poner un poco de amor en esta nota les dejo la tapa del libro de Caneiro, que me inspira.
El amor, ese bálsamo, medicina, bálsamo, medicina.
¡Cómo te quiero! A ti, quien seas. A ti, amor. Amor.
¡Cómo te quiero! A ti, quien seas. A ti, amor. Amor.