miércoles, 15 de julio de 2015

Salut, Saray!



"Otro trago y otro más.
Tú, rubia que mareas, no sabes lo que duele el alma cuando está machacada. Sin amor. Maldito amor. Ante ti me confieso, compañera de esta noche melancólica, ya nadie canta boleros con sabor a mí. Los hombres pasan por mi vida sin siquiera dejar una pequeña cicatriz, un recuerdo que ilumine las noches de insomnio. El amor no existe, te lo digo yo, rubita mareante, pero aun así lo busco. Desesperadamente. Así de imbécil soy. Pero no se lo cuentes a nadie, o sí, total se enterarán igual. ¿Y sabes quién se lo dice? La bocazas de Saray. Ésa soy yo, una bocazas. Pero nada me importa mientras te tenga a ti, amiga de las buenas (...).
Ayúdame a olvidar, rubita. Serás mi compañera de todos los días e iremos juntas por el mundo dando cursos de olvido. ¿Qué te parece? No me contestas, desagradecida. Igual que mi madre. Está enfadada conmigo y no me habla. Me da igual. 

Otro trago más, el último, y nos dormiremos juntitas, abrazadas a la desesperanza y a una sonrisa de corsario y ojos de navegante. Y a sus labios de caramelo y a su pelo amotinado. Déjame ser tu corsaria, corazón... 
Te extraño, mamá. O no. Qué te voy a extrañar yo a ti, mentirosa, farsante, mala madre.
Ya me duermo, rubita. No me abandones tú también. No me abandones por favor…"

Fragmento de "Cenizas en la niebla, ¡Buen Camino!"

(Homenaje al aguardiente de hierbas, elixir de la tierra gallega, cura de todos los males...)

sábado, 4 de julio de 2015

Galicia mágica

Veintitrés de junio, mediodía. La playa de Riazor, A Coruña, es un trajinar de gente —la mayoría jóvenes— trayendo leña para las hogueras que alumbrarán la noche de San Juan. Además de la madera de todo tipo (sillas y muebles varios incluidos) los entusiastas mozos y mozas acarrean bolsas repletas de bebidas de distinto pelaje, aunque destaca sobremanera la cerveza nacional, Estrella de Galicia. La noche será larga y no solo hay que alimentar el fuego...
Da gusto ver tanto afán y alegría.





Nosotros no podemos quedarnos, pues el Castromil que nos llevará a Santiago no nos espera más allá de la 9. Paciencia, otra vez será…
Pero el viaje nos tenía reservada una magnífica experiencia. Durante algo más de una hora que duró el trayecto, a ambos lados de la carretera las hogueras de los distintos pueblos, más grandes o más pequeñas, alumbraban  la noche mágica de San Juan. La noche mágica de Galicia.
En Santiago nos esperaban as sardiñas asadas, las hogueras, las gaitas, panderetas, y un mundo de gente disfrutando, como nosotros.
Con que poco se puede ser tan feliz…



Gotas de lluvia

Incontables gotas de lluvia deciden morir en mi ventana. Se estrellan con furia para luego resbalar en un largo dejarse ir.   Cal...